¿Qué es un año jubilar?

Evangelización

El pasado 15 de agosto de este año 2018, nuestro Obispo diocesano Don José María de la Torre Martín, decretó un Año Jubilar en nuestra Diócesis, para celebrar el centenario de la llegada de la imagen de “Nuestra Señora de Aguascalientes” Patrona de nuestra Diócesis, a quien todos los fieles le tenemos especial veneración y cariño, el cual se ve manifestado en las celebraciones anuales de la solemnidad de la Asunción. Este Año Jubilar dará inicio el 1 de octubre de 2018 y terminará el 18 de octubre de 2019.

Ante este acontecimiento diocesano, me parece providencial reflexionar sobre lo qué es un Año Jubilar, es decir: ¿Qué significa? ¿Dónde tiene sus orígenes? Es loable destacar la importancia que tiene para la Iglesia la celebración de los Jubileos, pero sobre todo me parece importante tener presente las disposiciones para vivir un Jubileo y poder recibir las indulgencias que se nos conceden en este tiempo de gracia. Teniendo un conocimiento más profundo sobre este tema, estoy seguro que lo podremos vivir de una manera más plena y aprovechar en conciencia todo lo que Dios nos quiere conceder en este año.

La palabra Jubileo proviene del latín iubilaeus y este término a su vez viene del hebreo senat hayyobel que significa “el año del carnero”. El yobel era un cuerno de carnero, el cual resonaba en ocasiones memorables o importantes para el pueblo de Israel, resonaba especialmente cuando era proclamado el año de gracia y liberación, ordenado en el libro del Levítico, y en donde encontramos el origen del año jubilar: “Contarás siete semanas de años, es decir, siete por siete años, de modo que las siete semanas de años sumarán cuarenta y nueve años. El día diez del mes séptimo harás resonar el estruendo de las trompetas; el día de la Expiación haréis resonar el cuerno por toda vuestra tierra. Declarareis santo el año cincuenta, y proclamareis por el país la liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo: cada uno recobrara su propiedad y cada cual regresará a su familia” (Lv 25, 8-10). 

El año jubilar para el pueblo de Israel era el año de liberación, los que eran esclavos volvían a sus familias; era el año del perdón, todos debían perdonar de las deudas; se vivía realizando otros signos importantes.

 La Iglesia, tomando como modelo el año jubilar judío, instituyó “el Jubileo para la Iglesia, es verdaderamente año de gracia, año de perdón de los pecados y de las penas por los pecados, año de reconciliación entre los adversarios, año de múltiples conversiones y de penitencia sacramental y extrasacramental” (SAN JUAN PABLO II, Tertio millennio adveniente, n.10)

En la Iglesia, se celebró el primer Jubileo en el año 1300. Cuando fue el cambio de centuria mucha gente acudió a Roma a visitar las basílicas, confesaban sus pecados y hacían oración en las tumbas de los Apóstoles, con la intención de comenzar un nuevo siglo libres de pecados; ante este clamor popular, el Papa Bonifacio VIII  proclamó el primer Año Santo de la historia, concediendo la indulgencia plenaria, con la condición de acudieran con toda reverencia a visitar las basílicas romanas, que hubiera un verdadero arrepentimiento de los pecados y confesarlos.

La celebración de los Jubileos la retomaron los siguientes Romanos Pontífices, realizándola cada cincuenta años; pero algunos decidieron que se celebrará cada veinticinco años o bien cada que hubiera algún acontecimiento importante para la vida de la Iglesia. Los últimos Jubileos celebrados en la Iglesia universal fueron el del año 2000, proclamado por el Papa san Juan Pablo II y el Jubileo de la misericordia, proclamado por el Papa Francisco, y celebrado del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016.

Un Año Jubilar es ante todo un año de gracia, “éste es el tiempo oportuno: es el día de la salvación” (2 Co 6,2). Así lo expresa el Apóstol san Pablo. Por eso, cuando se convoca un Jubileo se ofrece a los fieles un “tiempo oportuno”, un espacio de penitencia y de conversión a lo largo de un año; en nuestra Diócesis podemos afirmar con seguridad que se trata de un “tiempo oportuno”, también para pedir a la Madre de Dios, “Nuestra Señora de Aguascalientes”, que interceda por nuestras familias, que aumente nuestra fe, y nos acerquemos y amemos más a su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

Debemos recordar y tener presente que en este año jubilar, podemos obtener la indulgencia plenaria. ¿Qué es la indulgencia? “Es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas disposiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (c. 992 CIC)

¿Cuáles son las disposiciones que se han establecido para obtener la indulgencia plenaria en la celebración de este Año Jubilar?

En el decreto del Año Jubilar, nuestro Obispo ha establecido las siguientes deposiciones:

A. Participando de la Santa Misa ante la imagen de Nuestra Señora de Aguascalientes, o se rece el Santo Rosario teniendo por intención la defensa de la vida y la unidad familiar.

B. Además cumplir las prescripciones de:

  1. Rechazar el pecado con firme propósito de enmienda 
  2. Estar en gracia de Dios 
  3. Recibir la Santa Comunión 
  4. Orar por las intenciones del Santo Padre
  5. Tener la intención de ganar la indulgencia

Así mismo, debemos tener presente que la indulgencia se puede obtener para sí mismo o la podemos aplicar por algún difunto, siempre y cuando se cumplan las disposiciones ya mencionadas.

Finalmente, sólo me resta decir que debemos aprovechar al máximo esta oportunidad que Dios nos regala por medio de la Iglesia y obtener la indulgencia plenaria, y crecer más en el amor y devoción a la santísima Virgen María. Pidamos al Señor que en este año haya muchos frutos espirituales en nosotros mismos y en la Diócesis. 

 

“El Jubileo para la Iglesia, es verdaderamente año de gracia, año de perdón de los pecados y de las penas por los pecados, año de reconciliación entre los adversarios, año de múltiples conversiones y de penitencia sacramental y extrasacramental” San Juan Pablo II

Pbro. Sergio Soto Flores